Picasa photostream

lunes, 6 de diciembre de 2010

Magda, la precolombina...


[este texto forma parte de Magda Frank. Homenagem, cátalogo de la exposición en el Museo Oscar Niemeyer de Curitiba. En prensa.]

Magda Frank y la búsqueda de un amanecer
por Ruth Corcuera*

Las obras de esta singular artista no pueden sino evocar en nosotros la figura de Jorge Luis Borges. Universos de libros, bibliotecas y museos. Buscadores de un mundo ideal, quizás escondido en sagas olvidadas o en culturas arcaicas, donde la idea de renacer alimentaba la aurora. En Las ruinas circulares, refiriéndose a su personaje, Borges escribía que el propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural: “quería soñar un hombre; quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad”

 El arte arcaico

Sabemos que en la creación no sólo es decisivo aquello que el artista ve, sino cómo lo ve y con qué actitud: la mirada omite o añade. Conocemos que quien enfrenta una obra realiza aquello que es su realidad.
Magda Frank descubre el arte arcaico en lecturas y en museos, primero en París y luego en Buenos Aires. Los datos que poseemos revelan su deslumbramiento al acercarse al Museo del Hombre de París, en cuya sede del Palais de Chaillot, en Trocadero, funcionaba la Sociedad de Americanistas: ejemplares del Journal de la Sociedad están entre los libros de su biblioteca que nos han llegado. 
 

El Museo del Hombre fue fundado en 1938 por Paul Rivet quien, para entonces, había conmocionado al mundo científico con sus teorías –que investigaciones posteriores han ido corroborando- acerca del poblamiento de América, al sostener que no sólo se trataba de un ingreso a través del estrecho de Bering, sino que éste había realizado en diferentes oleadas, especialmente desde el sudeste asiático y las islas del Pacífico. Hacia mediados del siglo XX, ya nadie ignoraba los trabajos de Laurette Séjourné y el Museo del Hombre se había convertido en lo que podríamos llamar “un centro de discusión de temas americanos”, donde era habitual, entre otros,  la presencia de André Metraux, el gran etnógrafo suizo que trabajó en nuestras forestas. Estos investigadores, si bien trabajaban sobre áreas geográficas diferentes, se acercaban al aspecto filosófico del mundo americano. Pero era el arte mexicano que atraía la atención en los círculos europeos. México contó desde la conquista con excelentes cronistas, además de preciosos códices y, en cuanto a la gran cultura maya, su conocimiento se amplió con el desciframiento de la escritura. Todo ese corpus de información se atesoraba en los grandes museos, tanto de Europa como de Estados Unidos, y en nuestras instituciones latinoamericanas se trataba de estar al día con estos conocimientos.
Magda Frank se impregnó en París de estos saberes, no solamente del arte occidental sino de las culturas que, décadas atrás, habían sido nueva fuente de interés de los grandes pintores y escultores, entre ellos Picasso, quien enriqueció el arte con una nueva mirada del mundo arcaico, mediterráneo y del arte africano. El arte africano tuvo una influencia decisiva para los cubistas puesto que no buscaba ser sólo una expresión estética, sino que apelaba a ser eficiente frente al mundo de los dioses, a lo mítico.
El primer encuentro de Magda con las manifestaciones artísticas del continente americano fue el que tuvo en París con el arte de México.
El antiguo arte mexicano está arraigado en lo que se ve a través del mito. El colibrí no es un simple pájaro de plumas tornasoladas, sino que bajo sus formas aparentes es lo que el mito hace de él. De ahí que se convierta en un símbolo de la resurrección, no importa cuánto concuerde con el modelo natural.
En el continente americano el arte arcaico ha sido observado desde diferentes ángulos. Quizás el primero es el conservadorismo, hecho que se ha señalado repetidamente. La persistencia de diseños que poseen carácter simbólico nos viene acompañando a través de milenios. Abi Warbourg, investigador del arte europeo de fines del siglo XIX, no pudo sino asombrarse de la continuidad de los diseños prehistóricos cuando visitó un pueblo indígena de América del Norte. 

*Ruth Corcuera es Miembro de Número de la Academia de Bellas Artes de Argentina.





¿querés seguir leyendo? 

te lo mandamos para que sigas aprendiendo más sobre esta fascinante artista. GRACIAS!!!




No hay comentarios:

Publicar un comentario